Las estrellas brillan en lo alto
opacando a la tenue luna,
Selene que, con su salto,
baila sobre la laguna.
Los grillos tocan serenata,
las ranas croan su sinfonía
e incluso el búho canta,
uniéndose a la algarabía.
En un claro despierta el ciervo,
estira las patas, sacude la testa;
un perezoso cuervo
grazna: le interrumpieron la siesta.
Comienza la noche del bosque,
hecho todo de brillo quedo,
y la Luna permite que a ella se enrosque
la noche que el hombre ha olvidado.